Las opciones de la OEA para Cuba

Por Andrés Oppenheimer


MIAMI.- Algunos senadores clave y varios líderes del exilio cubano han puesto el grito en el cielo por la intención de la Organización de Estados Americanos (OEA) de levantar la suspensión de Cuba, y posiblemente readmitir a la isla como miembro pleno. Pero tal vez deberían aceptar el debate gustosamente y revertirlo para aumentar la presión internacional sobre la dictadura militar cubana.

Primero, los hechos. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, pidió repetidamente a la organización de 34 países que considerara la posibilidad de levantar la suspensión de Cuba, que se remonta al año 1962, en su Asamblea General del 2 de junio próximo, en Honduras, y permitir que los países miembros decidan luego si quieren readmitir a la isla en la institución.

En una entrevista reciente, Insulza me dijo que la resolución de la OEA de suspender a Cuba es obsoleta, porque se basó en los vínculos anteriores de ese país con el ex bloque soviético. Así, la OEA debería levantar la suspensión en la inminente reunión de Honduras e "iniciar una conversación" entre los países miembros para decidir la readmisión de Cuba, afirmó.

Estados Unidos ha dicho que se opone a la readmisión de Cuba en la OEA, porque la Carta Democrática del organismo, de 2001, requiere que los países miembros respeten los principios democráticos. La Habana alega que no quiere pertenecer a la OEA porque es un "instrumento del imperialismo" estadounidense.

Cualquier decisión de la organización sobre la readmisión de Cuba debe ser aprobada por consenso.

La semana pasada, el senador demócrata Bob Menéndez, presidente del subcomité del Senado a cargo de la ayuda externa y una de las voces mas influyentes en Washington en materia de asuntos latinoamericanos, presentó una moción en el Senado que amenaza con cortar los fondos estadounidenses a la OEA si se autoriza a Cuba a volver a la organización. Esos fondos son el 60% del presupuesto de la institución.

"Todos debemos preguntarnos si debemos tomar en serio la Carta Democrática o si es un chiste", planteó Menéndez, en un discurso, el 14 de mayo último. "Si lo tomamos en serio, ¿cómo podemos invitar a un régimen que la repudia?"

De hecho, el artículo uno de la Carta Democrática de la OEA establece que los países miembros "tienen la obligación de promover y defender" la democracia. Más aún, el artículo 3 expresa que "los elementos esenciales de la democracia representativa" incluyen "el respeto por los derechos humanos", la celebración de "elecciones periódicas, libres y justas basadas en el voto secreto" y "un sistema pluralista de partidos políticos".

Según fuentes diplomáticas, hay tres propuestas diferentes para la reunión del 2 de junio:

  • La primera opción, presentada por Ecuador, Nicaragua y un pequeño grupo de países, pide que se levante la suspensión a Cuba.

  • La segunda opción, respaldada por Brasil, México, la Argentina, Chile, Colombia y casi todo el resto de los países latinoamericanos, propone levantar la suspensión de Cuba y simultáneamente someter al Consejo Permanente de la OEA el tema de si -de acuerdo con las reglamentaciones de la OEA- Cuba debería ser readmitida.

  • La tercera opción, apoyada extraoficialmente por Estados Unidos y algunos países del Caribe, propone solicitar al Comité Interamericano de Justicia de la OEA un estudio de los pasos que Cuba debería dar para que se pudiera levantar su suspensión.

Un funcionario de Estados Unidos me dijo: "Estamos dispuestos a considerar un proceso que podría acabar con el levantamiento de la suspensión, pero cualquier esfuerzo tendiente a admitir a ese país está en manos de Cuba".

El funcionario agregó que la isla tendría que adoptar medidas concretas, tales como liberar a los presos políticos y permitir la libertad de expresión.

Mi opinión: el gobierno de Barack Obama debería respaldar una versión modificada de la segunda opción. Levantar la suspensión de Cuba en la OEA no permitiría automáticamente su ingreso, porque la OEA adoptó la Carta Democrática en 2001, casi cuatro décadas después de la suspensión de la isla. Eso significa que La Habana debería acatar los términos del nuevo estatuto de la OEA para ser readmitida.

Entonces, la suspensión de Cuba debería ser aprobada conjuntamente con un pedido formal de la OEA -cumpliendo con el compromiso asumido en la Carta Democrática de "promover y defender" la democracia- para que la isla permitiera elecciones libres a fin de poder ser readmitida en la institución.

Por supuesto, el gobierno militar cubano se negará a hacerlo, y Venezuela y sus seguidores se pondrán de su lado. Pero ése sería un problema de ellos. La OEA debería tomar seriamente su Carta Democrática o de otra manera cambiar oficialmente de propósito y convertir su majestuosa sede de Washington en un salón de fiestas para causas de caridad

La Nación de Buenos Aires, Martes 26 de Mayo 2009, Opinión

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