Las crisis y las confianzas

Juan Emilio Cheyre
El Mercurio
02/06/09

Toda crisis se vincula directamente con las confianzas. Lo vemos en las financieras, las internacionales y también en las políticas.

Hay consenso en que la actual crisis económica es fundamentalmente una "crisis" de confianza. Además de los elementos estructurales, relacionados con la regulación, es este componente de carácter sociológico y psicológico el que permite explicar la extensión casi universal de este bajón económico.

La confianza consiste en establecer relaciones en que yo deseo al otro todo el bien que quiero para mí, así como no le deseo el mal que no deseo para mí. Adicionalmente, exige que las personas crean en su interlocutor. Es un asunto vinculado a todos los ámbitos de las relaciones humanas, y, en mi experiencia, Chile cuenta con un ejemplo de la aplicación de este concepto a los hechos.

Se trata del caso de las relaciones militares entre Chile y Argentina, y el denominado proceso de generación de confianzas mutuas, proceso similar al que en Europa permitió transformar en socios a quienes, por siglos y hasta fecha reciente, habían sido los peores enemigos. Fui testigo de que en corto tiempo se desentramparon diferencias profundas.

La historia común entre nuestro país y Argentina no es ni tan larga ni tan dramática como la de los europeos. Sin embargo, los antagonismos casi nos llevaron a la guerra; de allí que los avances logrados sean especialmente valiosos, considerando que Chile tiene -según toda encuesta- una muy baja confianza "en y de" sus países vecinos, con una tendencia a la mutua desconfianza.

Por nuestra parte, somos un país desconfiado, y así lo muestra, entre otras mediciones, la encuesta Ecosocial. Su conclusión es que la mitad de los chilenos desconfía del Gobierno, mientras que 4 de cada 10 chilenos no confían en la Presidenta, 7 de cada 10 no confían en el Congreso y 8 de cada 10 no confían en los partidos políticos.

La misma falta de confianza que hemos visto en los distintos actores económicos durante la crisis global del mundo se presenta en la política contingente. Me refiero al agotamiento, desarticulación y desmembramiento que muestra la Concertación. El síntoma: la aparición de los cuatro candidatos concertacionistas no oficiales: Arrate, Enríquez-Ominami, Navarro y Zaldívar. Está claro que ninguno de ellos confía en el proyecto del otro y todos desconfían de Frei.

Constituye una demostración de que el proyecto político que logró dar estabilidad a nuestro proceso de transición hacia la democracia ya alcanzó su objetivo, no ha sido capaz de ofrecer un nuevo plan que consiga la adhesión y, por lo tanto, la confianza de sus integrantes. El pacto partidista que logró reunir a políticos de distinto signo e inclinación ideológica, gracias a la confianza compartida basada en metas comunes por alcanzar, hoy está agotado.

Al otro lado de nuestro horizonte político, la Alianza, quizás en su mejor momento gracias al trabajo iniciado por "la dupla Larraín", tiene el desafío de mantener y fortalecer la confianza entre aliados que no se habían caracterizado por ello.

Renovación Nacional, la UDI y Chile Primero en la Coalición por el Cambio encuentran su mejor activo en un candidato que demuestra una voluntad de dar forma a un proyecto para la nueva etapa. Sin embargo, más importante es ampliar los espacios de participación buscando generar confianza de la gente en que Piñera será capaz de armonizar visiones distintas tras un ideal compartido: que Chile alcance el nivel de país desarrollado.

Creo que en las elecciones que se nos presentan por delante, quien logre ganarse la confianza no solamente de los partidos, sino que también de la sociedad, será quien alcance el triunfo.

Como vemos, la confianza es el tema de las crisis y apuestas de futuro, tanto en la solución de los problemas económicos actuales como en la definición de la renovación del poder. En suma, cuando de crisis o de cambios se trata, la confianza pasa a ser un tema vital.

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